Una supertierra potencialmente habitable alrededor de la Estrella de Luyten
El descubrimiento de Proxima b,
el planeta potencialmente habitable más cercano a la Tierra, y, más
recientemente, los planetas terrestres localizados en la zona de
habitabilidad de TRAPPIST-1
han puesto en primer plano la importancia de la búsqueda de exoplanetas
alrededor de enanas rojas, las estrellas más abundantes del Universo.
Mientras averiguamos más datos sobre Proxima Centauri y su planeta todo
apunta a que nuestra estrella más cercana es una pequeña cascarrabias a
la que le gusta emitir frecuentes exabruptos de radiación que son
capaces de freír las hipotéticas formas de vida que pudieran encontrarse
en Proxima b. Por otro lado, el sistema TRAPPIST-1 es más atractivo,
con hasta cuatro planetas telúricos situados en la zona habitable, pero
se encuentra relativamente lejos, a 39 años luz. Ahora, a este selecto
club de planetas que podrían albergar formas de vida se le suma la
Estrella de Luyten, localizada a tan solo 12,4 años luz, lo que la
convierte en la segunda estrella más cercana con un mundo rocoso en la
zona habitable.
El descubrimiento ha sido posible a partir de 280 espectros obtenidos por HARPS entre diciembre de 2003 y septiembre de 2016 (¡nada más y nada menos que trece años de datos acumulados!). Por supuesto, recordemos las pegas. Primero, no tenemos ni idea de cómo es realmente este planeta. Segundo, que esté en la zona de habitabilidad solo significa que podría existir agua líquida en su superficie de forma estable si se dan las condiciones adecuadas. Tercero, ha sido descubierto por el método de la velocidad radial, así que lo que tenemos es su masa mínima y no necesariamente la verdadera. GJ 273b podría tener más de 3 masas terrestres y ser en realidad un minineptuno en vez de una supertierra.
Las buenas noticias son que la Estrella de Luyten es una estrella
mucho más mansa que Proxima b o, incluso, que TRAPPIST-1. Ello se debe
principalmente a que es una enana roja no demasiado pequeña (su tipo
espectral es M2.5 y tiene un tamaño del 29% del solar). En cualquier
caso el resultado es que emite menos fulguraciones y tormentas de
partículas capaces de erosionar la atmósfera de un planeta y freír las
formas de vida que pululen por la superficie. Y, sobre todo, es una
estrella localizada a solamente 12,366 años luz. Ir hasta allí con la
tecnología actual sigue siendo igual de imposible que en el caso de
TRAPPIST-1, pero obviamente la distancia es lo suficientemente ‘pequeña’
para que no se pueda descartar un viaje en un futuro lejano. Lo más
importante es que su cercanía permitirá que estudiemos el planeta en
detalle por telescopios terrestres y, quizás, que lleguemos a verlo
directamente gracias a los telescopios del futuro. Lo malo es que GJ
273b tiene pocas probabilidades de que transite, así que va a costar
averiguar más datos sobre su atmósfera, si es que la tiene.
En el mismo paper que se anunciaba el descubrimiento de GJ 273b
también se hace referencia a otros ocho nuevos exoplanetas alrededor de
enanas rojas relativamente cercanas. Descubrir planetas extrasolares
potencialmente habitables en enanas rojas es más sencillo si usamos
tanto el método del tránsito como el de la velocidad radial porque las
estrellas son más pequeñas y la zona de habitabilidad está más cerca que
en el caso de estrellas de mayor tamaño. Una exotierra alrededor de una
enana roja como la Estrella de Luyten genera un tránsito 25 veces más
profundo que si estuviera alrededor de una estrella como el Sol. Y, si
hablamos del método Doppler, la velocidad radial de esta exotierra sería
unas diez veces más elevada que en el caso de nuestro planeta. El
inconveniente es que estas estrellas suelen ser más ‘ruidosas’, pero a
cambio su gran número y la cercanía de muchas de ellas las convierten en
objetivos cruciales. Así que ya saben: a partir de ahora ya pueden
contar con la Estrella de Luyten a la hora de planificar su próximo
viaje interestelar.
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