Sonda Luna 25: la vuelta de Rusia a la Luna
El gran punto débil del programa espacial ruso es sin
duda la exploración del sistema solar. Después de años de continuos
retrasos y revisiones, Rusia solo ha lanzado dos sondas desde 1991. Y
las dos —Mars 96 y Fobos-Grunt— terminaron en fracaso. Incluso una
potencia espacial modesta y con un programa planetario muy joven como es
la India ha superado a Rusia en este campo al lanzar con éxito sondas a
la Luna (Chandrayaan) y a Marte (Mangalyaan). Bien es cierto que no
todo está perdido: Rusia juega un papel fundamental en las misiones
ExoMars 2016 y, sobre todo, ExoMars 2020, ambas sondas construidas
conjuntamente con la ESA, además de participar con varios instrumentos
científicos en otras misiones. Pese a todo Rusia sigue manteniendo
planes para lanzar sus propias sondas y el próximo objetivo es la Luna.
La próxima sonda lunar rusa debe ser la Luna 25, una nave que Roscosmos
planea lanzar en 2019 y que incluirá un pequeño generador de
radioisótopos (RTG) con plutonio-238.
Como el tema de las sondas lunares rusas es algo confuso, hagamos
algo de memoria. Tras muchos cambios de planes —y de nombres—, Roscosmos
decidió aprobar en 2014
tres sondas para el estudio de nuestro satélite: las Luna 25, Luna 26 y
Luna 27. La Luna 25, también conocida como Luna-Glob, debía despegar en
2019 y aterrizar en la superficie lunar para poner a prueba las
tecnologías asociadas con el descenso sobre la Luna. En 2021 despegaría
la sonda Luna 26 o Luna-Resurs OA, un orbitador para estudiar la
composición del regolito lunar. Por último, en 2023 despegaría la Luna
27 o Luna-Resurs PA, otra sonda de aterrizaje basada en la Luna 25 con
un taladro desarrollado conjuntamente de la ESA para explorar el hielo
de los polos lunares.
Pero recientemente Roscosmos ha vuelto a cambiar los planes y, contra
todo pronóstico, ha acelerado los plazos del programa. Las sondas Luna
25, 26 y 27 se lanzarán ahora en 2019, 2020 y 2021 respectivamente y se
llamarán Luna-Glob, Luna-Resurs 1 y Luna-Resurs 2. La empresa
fabricante, NPO Lávochkin, también ha concretado más detalles de cada
misión, especialmente de Luna 25, la primera de la serie, y la sonda
Luna 28 de retorno de muestras, que ahora está planeada para no antes de
2024.
Luna 25 o Luna-Glob tendrá una masa de 1540 kg, de los cuales 30 kg
corresponderán a los instrumentos científicos. Despegará mediante un
lanzador Soyuz-2-1b/Fregat desde Baikonur. Tras realizar un viaje de
cinco días que incluirán dos maniobras de corrección, la sonda se
colocará en una órbita polar y circular de cien kilómetros de altura
alrededor de la Luna. Tras otro encendido se situará en una órbita de 18
x 100 kilómetros. El tiempo total en órbita lunar será de entre 4 y 7
días. Posteriormente la sonda encenderá su motor principal a 18
kilómetros de altura para comenzar la fase de aterrizaje. El motor será
capaz de generar un empuje de entre 400 y 480 kgf. A 2100 metros de
altura la sonda habrá eliminado su velocidad horizontal y descenderá
verticalmente con el motor apagado para dar tiempo al rdar Doppler a
adquirir la altura y velocidad precisas. A 700 metros el motor se
volverá a encender a la máxima potencia para frenar la velocidad del
vehículo y a unos 20 metros se apagará y se usarán dos pequeños motores
de 60 kg de empuje cada uno de cara a garantizar un aterrizaje suave
—con una velocidad entre 1,5 y 3 m/s— sobre el polo sur de la Luna.
La zona de aterrizaje no puede tener una inclinación superior a 7º,
pero el alunizaje no será de alta precisión, como por ejemplo el de la
sonda china Chang’e 3, por lo que las tres zonas de descenso elegidas
son bastante planas. Además, al alunizar cerca del polo sur el Sol no se
elevará sobre el horizonte más de 16,3º, motivo por el cual los cinco
paneles solares —de 740 x 1220 mm cada uno, con una superficie total de
4,5 metros cuadrados— están situados en los laterales del vehículo.
Estos paneles generarán una potencia de unos 530 vatios.
Durante el primer día lunar la Luna 25 debe recoger muestras del
regolito con un pequeño brazo manipulador y, por supuesto, tomará
fotografías de la superficie. Pero para sobrevivir a la noche lunar, de
dos semanas de duración, Luna 25 incorporará un pequeño generador de
radioisótopos (RTG en inglés o RITEG en ruso) de plutonio 238 para
garantizar que las temperaturas no desciendan demasiado. Este RTG tendrá
una potencia térmica de 125-145 vatios y 6,5 vatios de potencia
eléctrica, por lo que podrá generar un voltaje de unos 3 voltios,
suficiente para mantener la aviónica a la temperatura adecuada. Este RTG
está basado en los empleados en la malograda misión Mars 96.
Los instrumentos principales de la sonda son STS-L (la cámara
principal, con capacidad estereoscópica), ADRON-LR (un detector de
neutrones para estudiar el regolito), ARIES-L (para estudiar los iones
que proceden del regolito debido a la interacción con el viento solar),
LAZMA-LR (para el estudio de las muestras lunares recogidas por el
brazo), LIS-TV-RPM (una cámara instalada en el brazo para ver el
regolito en alta resolución), PmL (para estudiar la composición del
polvo lunar y los campos eléctricos alrededor de la sonda), LINA-EKSAN
(para el estudio de la exosfera lunar) y TERMO-L (para estudiar las
propiedades térmicas del regolito), además de un retrorreflector láser
para medir con precisión la distancia a la Luna.
En cuanto al resto de misiones, también han sufrido varias
modificaciones estos últimos años. Luna 26 (Luna-Resurs 1) ha cambiado
significativamente su diseño, aunque su misión sigue siendo la misma:
cartografiar desde la órbita la composición mineral de la Luna y buscar
rastros del hielo de los polos. Luna 26 será una sonda de 2200 kg con
160 kg de instrumentos. Por su parte, Luna 27 será similar a Luna 25,
pero más pesada (2150 kg) y con más carga científica (130 kg), y además
incorporará un sistema de aterrizaje de alta precisión. La estrella de
la misión será el taladro capaz de perforar el suelo lunar del polo sur
hasta una profundidad de dos metros para analizar su composición, aunque
la sonda también estudiará el interior lunar mediante sismógrafos. La
misión de retorno de muestras Luna 28, que aún no ha sido aprobada
oficialmente, tendrá una masa superior a las tres toneladas y conservará
las muestras a muy bajas temperaturas. Curiosamente, la propuesta de
misión Luna 28, que debía llevar un Lunojod, a desaparecido del radar.
Va a resultar complicado que Rusia saque adelante estas misiones en
solitario, especialmente si persiste la actual situación económica y no
sale adelante la colaboración con la ESA. Pero en cualquier caso se
trata de un plan bastante racional y asequible. Rusia se juega mucho con
la misión Luna 25 de cara a recuperar su puesto entre los países que
cuentan con un programa de exploración planetaria independiente.
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