Más pruebas de actividad hidrotermal en Encélado
Poco a poco Encélado se va perfilando como uno de los
mundos más atractivos para la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Esta
pequeña luna de Saturno es famosa por sus géiseres de partículas y hielo
de agua que salen de su hemisferio sur y que fueron descubiertos por la
sonda Cassini en 2005. Debido al minúsculo tamaño de este satélite —504
kilómetros— nadie se esperaba semejante actividad geológica, así que
durante una década la comunidad científica discutió si estos chorros
procedían de pequeñas reservas de agua líquida o de un océano bajo la
corteza de hielo.
En 2015 se confirmó que el océano era global y, por tanto, no estaba
limitado al hemisferio sur. Ese mismo año se descubrieron evidencias de
fuentes hidrotermales en el fondo de dicho océano. La noticia fue todo
un bombazo. La supuesta actividad hidrotermal catapultó a Encélado a la
selecta liga de los mundos del sistema solar con mayor potencial de
habitabilidad, ya que en la Tierra estas fuentes constituyen un conjunto
de oasis para vida. Hoy disponemos al fin de más pruebas de que las
fuentes hidrotermales de Encélado existen de verdad.
Ahora bien, ¿cómo sabemos que existen fuentes hidrotermales en el
océano de una remota luna de Saturno? Obviamente, la sonda Cassini es
incapaz de perforar el hielo de la gruesa corteza exterior y no puede
estudiar el océano directamente. Lo que sí puede es analizar las
partículas expulsadas por los chorros, que nos ofrecen una ventana única
al interior de Encélado sin necesidad de aterrizar en su superficie. En
2015 el instrumento CDA (Cosmic Dust Analyser) de Cassini
descubrió que algunas de las partículas de los chorros son de dióxido de
silicio y que su tamaño es de 6 a 9 nanómetros. En la Tierra estas
partículas se forman en fuentes hidrotermales de los océanos con
temperaturas superiores a 90 ºC en medio alcalino sobresaturado de
sílice y con abundancia de sales, así que la conclusión era que en
Encélado también existen fuentes hidrotermales.
Podemos decir que la evidencia no era precisamente aplastante, de ahí la importancia del anuncio de hoy. Y es que Cassini ha detectado hidrógeno molecular en los chorros de Encélado. El instrumento INMS (Ion Neutral Mass Spectrometer) de Cassini ha descubierto que los géiseres emiten hasta 200 kg por segundo de este gas. ¿Y por qué esto es importante? Pues porque en los sistemas hidrotermales de la Tierra el agua a alta temperatura reacciona con rocas ricas en minerales ferrosos produciendo hidrógeno molecular. Es decir, estamos ante otra prueba a favor de las fuentes hidrotermales en Encélado. La detección de hidrógeno con el INMS no ha sido tarea fácil y el equipo de la misión ha tenido que trabajar muy duro para obtener datos relevantes a partir del ruido del propio instrumento.
Es una gran noticia porque se trata de una prueba completamente
independiente a la aportada por el instrumento CDA en 2015, pero sobre
todo porque tiene enormes implicaciones de cara a la habitabilidad del
océano de Encélado. En la Tierra existen microoganismos —denominados
quimiolitótrofos— que sobreviven en las fuentes hidrotermales
alimentándose del hidrógeno y creando metano a partir del dióxido de
carbono en el proceso. Y —redoble de tambores— previamente Cassini ya
había detectado metano y dióxido de carbono en los chorros.
Pero antes de que nadie se atreva de hablar de pequeños enceladianos hay que subrayar que el metano puede proceder tanto de clatratos (hielo de agua con otras sustancias atrapadas en su interior) como, precisamente, de las fuentes termales gracias a reacciones entre minerales como el olivino y el agua a altas temperaturas. De hecho, la existencia de metano, junto con los granos de dióxido de silicio, se presentó en 2015 como una de las pruebas a favor de las fuentes hidrotermales. Otro punto a destacar es que los datos confirman que el océano de Encélado es muy alcalino, con un pH de entre 9 y 11, tal y como se había propuesto hace varios años (como nota aparte, personalmente me parece casi milagroso que seamos capaces de determinar las características químicas de un océano ubicado en el interior de una luna de Saturno a 1500 millones de kilómetros del Sol).
Es verdad que existen otros procesos capaces de generar hidrógeno en
Encélado, pero todos ellos se quedan cortos a la hora de explicar los
datos del INMS. Por ejemplo, si el hidrógeno fuese primordial
—procedente, de algún modo, de Saturno— también debería haberse
detectado helio, cosa que no ha sucedido. Igualmente, si viniese de
algún otro fenómeno relacionado con la disociación de moléculas de agua
también debería haberse detectado oxígeno y no ha sucedido así.
Resumiendo, Cassini no ha descubierto vida en Encélado —y no podría aunque le saltase un calamar alienígena encima porque no ha sido diseñada para ello—, pero sí ha descubierto que en el océano de Encélado se dan las condiciones para que sobrevivan microorganismos similares a los terrestres. Al menos comida —o, mejor dicho, energía— no les faltaría. Lo ideal sería estudiar la distribución isotópica del carbono de ese metano para saber si hay alguna contribución biológica, pero desgraciadamente Cassini carece de esa instrumentación (y eso sin tener en cuenta que no volverá a pasar por Encélado).
Una de las candidatas a la próxima misión New Frontiers de la NASA es una sonda para el estudio de Encélado y Titán (que podría ser parecida a algo así).
No cabe duda de que hoy esta misión está un paso más cerca de ser
aprobada, pero también hay que ser cautos. Los modelos actuales no
logran explicar la elevada actividad geológica de Encélado ni siquiera
teniendo en cuenta el calentamiento de marea, por lo que ciertas teorías
apuntan a que la actividad de esta luna —y por tanto, su océano— podría
ser intermitente. Es decir, estaríamos ante un mundo que durante la
mayor parte de la historia del sistema solar ha estado congelado y que
solo despierta durante breves —geológicamente hablando— intervalos de
tiempo. Otras teorías apuntan a que Encélado, como otras lunas de
Saturno, tendría menos de sesenta millones de años. Sea como sea, ya
estamos tardando en comprobar si es verdad o no.
Podemos decir que la evidencia no era precisamente aplastante, de ahí la importancia del anuncio de hoy. Y es que Cassini ha detectado hidrógeno molecular en los chorros de Encélado. El instrumento INMS (Ion Neutral Mass Spectrometer) de Cassini ha descubierto que los géiseres emiten hasta 200 kg por segundo de este gas. ¿Y por qué esto es importante? Pues porque en los sistemas hidrotermales de la Tierra el agua a alta temperatura reacciona con rocas ricas en minerales ferrosos produciendo hidrógeno molecular. Es decir, estamos ante otra prueba a favor de las fuentes hidrotermales en Encélado. La detección de hidrógeno con el INMS no ha sido tarea fácil y el equipo de la misión ha tenido que trabajar muy duro para obtener datos relevantes a partir del ruido del propio instrumento.
Pero antes de que nadie se atreva de hablar de pequeños enceladianos hay que subrayar que el metano puede proceder tanto de clatratos (hielo de agua con otras sustancias atrapadas en su interior) como, precisamente, de las fuentes termales gracias a reacciones entre minerales como el olivino y el agua a altas temperaturas. De hecho, la existencia de metano, junto con los granos de dióxido de silicio, se presentó en 2015 como una de las pruebas a favor de las fuentes hidrotermales. Otro punto a destacar es que los datos confirman que el océano de Encélado es muy alcalino, con un pH de entre 9 y 11, tal y como se había propuesto hace varios años (como nota aparte, personalmente me parece casi milagroso que seamos capaces de determinar las características químicas de un océano ubicado en el interior de una luna de Saturno a 1500 millones de kilómetros del Sol).
Resumiendo, Cassini no ha descubierto vida en Encélado —y no podría aunque le saltase un calamar alienígena encima porque no ha sido diseñada para ello—, pero sí ha descubierto que en el océano de Encélado se dan las condiciones para que sobrevivan microorganismos similares a los terrestres. Al menos comida —o, mejor dicho, energía— no les faltaría. Lo ideal sería estudiar la distribución isotópica del carbono de ese metano para saber si hay alguna contribución biológica, pero desgraciadamente Cassini carece de esa instrumentación (y eso sin tener en cuenta que no volverá a pasar por Encélado).
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